viernes, 24 de junio de 2016

El silencio de Recemunde




Silencio...
oír el silencio,
sentirlo...
como lo sintieron nuestros padres,
nuestros abuelos...
aquel silencio que arrulla,
aquel silencio que cura,
aquel que despierta el alma,
que nos hace oír lo bueno de la vida,
que nos ayuda a encontrarnos,
a echar fuera todo lo malo
a pensar en los que queremos
a sentir su amor tan cercano y a la vez tan lejos.
El silencio que acompaña a la hora del descanso,
el que nos trae el arrullo de los grillos
y de las ranas
Nos dormimos así confortados....
y luego...al despertar...
los sonidos de la mañana,
los pajaritos que cantan,
el gallo que toca diana,
y abrimos los ojos a un nuevo día
y nos encontramos a la naturaleza
de nuevo esplendorosa
sin los ruidos de los coches
sin los gritos de la gente que corre...
Y te levantas
y disfrutas de un café,
buenos días!!!
como has dormido?
Muy bien!!!
y se te ensancha el alma,
y te quieres quedar allí
con tus amigos queridos,
con la naturaleza,
con el perro y el gato,
con las vacas en las cuadras,
aquellas que viven como antaño,
libres y pastando en el prado. 
Dejar atrás la ciudad
el estrés,
los sufrimientos,
la prima de riesgo y el rescate,
dejar atrás el mundo que se desmorona.
Dejar atrás la angustia,
la tristeza,
las dudas,
la desconfianza,
las preguntas...
Allí no hay angustia,
no hay preguntas.
Recemunde...
que lejos está tu silencio...